En las antiguas religiones paganas, Eros es un dios
joven y bello, hijo de la Diosa Venus y del Dios Ares: La Guerra y el Amor, la
Violencia del Eros y el Eros de la Violencia.
Platón dijo: "Quien se inicia en Eros ya no necesita a Ares". El EROS es un impulso violento pero también bello hacia aquello de lo que carecemos, implica pues una necesidad y reconocimiento de perfección: la autosuficiencia no es erótica. Para Platón, ama sólo quien ama el Alma, así lo dice en su Apología de Sócrates. "Te ama pues, quien ama tu Alma". Platón distinguía entre el Amor Alado, que es el Amor al Alma, y el Amor al Cuerpo, que era el Eros terrestre.
Esta idea del Amor a otro como Amor al Alma está plenamente desarrollado y perfeccionado en el Evangelio del Cristo, cuando consagra netamente toda la Ley anterior a él en el único mandamiento del Amor : “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”. San Agustín, profundizando en el mandato evangélico dirá “La medida del amor es amar sin medida”.
Cuando San Bernardo de Claravall, Patrón del Temple, habla del amor humano, lo enmarca en la doctrina estoica de los cuatro afectos básicos del alma: “amor y alegría, temor y tristeza” (Var 50,3). El amor es un affecus, el más elevado de los cuatro, que tiene por objeto a Dios y al prójimo: “a Dios por su bondad, al prójimo por la común naturaleza” (Ibid.).
De los cuatro afectos, el amor es el único por el cual
el hombre puede responder a Dios (SCant 83,4); y de hecho, toda la doctrina de
la imagen divina en el hombre describe el camino de retorno a Dios por la
orientación de este affectus principal del alma, que se debe ir volviendo
semejante a la Caridad divina, hasta ser, como en el paraíso, caridad
participada en el cuarto grado del amor.
Cuanto el amor es puro y está ordenado, ama lo que debe amar conforme a su naturaleza, y se llama caridad. Su purificación se realiza así: “cuando amamos lo que debe ser amado, cuando amamos más lo que merece más amor, y cuando no amamos lo que no debe ser amado. Entonces está purificado el amor” (Ibid.). El mismo proceso siguen los otros tres affectus.
Este afecto natural, por tanto, sólo es auténtico y él
mismo, si está integrado en la Ley de la caridad que todo lo lleva a Dios.
Entonces se llama affectus spiritualis, y es el reino de la libertad.
Por tanto, el amor en clave Templario tiene como objeto a Dios y al Prójimo en cuanto que ser espiritual.
Por tanto, el amor en clave Templario tiene como objeto a Dios y al Prójimo en cuanto que ser espiritual.
¿Qué es lo que amamos cuando decimos que amamos a otro?
¿Qué hay en cada uno de ustedes que le singulariza, que le hace ser ustedes mismos?
¿Qué hay en cada uno de ustedes que le singulariza, que le hace ser ustedes mismos?
Si escojo a Nerea, por ejemplo, que no me está escuchando. Nerea no es su nombre, porque hay muchos nombres igual. No es su pelo, pues aunque se le cambie, seguiría siendo ella. No es tampoco su cuerpo, porque si le faltara uno o dos brazos, o una o las dos piernas, seguiría siendo Nerea.
Digamos que hay algo que hace que Nerea sea Nerea, esta
y no otra, y ese algo, es invisible, no se puede ver con los ojos del Cuerpo,
como diría el Principito, "Lo esencial es invisible a los ojos. ¿Alguien
de ustedes ha visto al Amor o a la Justicia o a la Amistas? Sin embargo,
ninguno de ustedes puede prescindir de nada de esto...aún sin verlo.
Amar a alguien implica en primer lugar:
1.- Reconocer "eso" que hace que Nerea sea Nerea, lo que le hace seguir siendo ella, a pesar de los cambios de tiempo y de atributos.
2.- Una vez reconocido, que no siempre es fácil, hay que "quererlo", es decir, corroborar al ser amado en su propio ser, en aquello que le hace ser él mismo.
De manera que Amar significa reconocer la esencia del otro, y quererla, entendiéndola como querer que se desarrolle, que llegue a su plenitud, querer el desarrollo y promoción del otro en cuanto otro.
3.- No se puede decir que se quiere a alguien y anularle, o disminuirle su potencia, la disponibilidad del amante consiste en ofrecerse-como ofrenda- para que el otro llegue a su plenitud propia, se trata de ofrecerse al otro a ayudarle a realizar su ser y su esencia, a vivir su vida, no sustituyéndole, pero si apoyándole.
Es una afirmación de la persona amada no sólo en lo que es, sino en lo que puede llegar a ser "Confías en mí más que yo misma".
4.- Estas características de las que hablo, bien podrían predicarse de la amistad o del amor familiar por ejemplo, para despuntar el Amor erótico hay que añadirle dos notas: Intensidad y sexualidad Sagrada.
4.1 La intensidad con la que se quiere a la esencia personal del ser amado es tal que es una afirmación de su ser equiparable a la afirmación del ser propio:
"Yo quiero con toda mi alma que tú existas" Joseph Piepper
Es una intensidad que hace transfigurar el mundo propio, y también el mundo objetivo,
Un buen día, sin saber por qué, uno está alegre, se siente mejor. Todo parece más amable en derredor. Se tienen ganas de reír y de cantar, de caminar a grandes pasos a través de las calles. Se está mejor dispuesto para el trabajo. El amor nos hace descubrir en nosotros mismos una fuerza desconocida que nos empuja el deseo de realizar algo grande, de salir de nosotros mismos, de abrirnos, todo parece BRILLAR al contacto con el amor, con una luz nueva.
4.2 Reversibilidad
Esa intensidad es también, o puede ser reversible. Se descubre el amor por el otro a través del Amor del Otro. Cuando nos sentimos corroborados en nuestro ser con esa videncia, con esa intensidad, vemos que el contacto con ese ser que nos ama --nos lo diga o no, sea nuestra pareja o no -- nos hace sentirnos elevados por encima de nuestras circunstancias, y entonces necesitamos ponernos "en esa onda", abrirnos a recibir esa llamarada, y ofrecer nuestro propio fuego en la hoguera, necesitamos también corroborar en su ser a ese ser que está potenciando el nuestro.
4.3 Sexualidad Sagrada.
Dios nos ha hecho sexuados, venimos con ese mecanismo. Un mecanismo que funciona y que cumple una función de placer biológico y reproductivo. Un mecanismo que Platón aconsejaba perfeccionar, y utilizar, "de un cuerpo bello a otro, y así probar todos los cuerpos bellos”
En las mentalidades paganas, sobre todo en Grecia con las Bacanales y en India con los rituales tántricos el sexo se ritualiza y se simboliza, se añade al mecanismo físico una ritualización religiosa: la sacralidad es lo que le añadimos al mecanismo biológico.
No hay eros Sagrado en los animales, ni en las personas
no enamoradas. Es de naturaleza artificial, artística, ritual, un añadido que no viene en el
"pack biológico". Cuando los cuerpos de dos amantes que "se
corroboran en su ser", en el sentido expuesto anteriormente se unen, se
produce una significación que ha ido mucho más allá de la simple composición de
cuerpos para producirse placer: se añade un plus de emoción, de devoción y de fervor, el cuerpo
"obedece", en el tantrismo, esto supone "vencer al Dragón",
porque el sexo se convierte así en una ceremonia simbólica de entrega mutua en
el que llegar al final extático o dar salida a la mutua excitación, la
reproducción o cualquier otro "objetivo" queda obnubilado al
supraobjetivo esencial: “QUIERO DEJAR DE SER QUIEN TE DA, PARA CONVERTIME EN LO
QUE TE DOY". (/…/ Impossibile Nihil Est)
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